La logística sostenible no hace referencia únicamente a la reducción de los impactos ambientales nocivos, sino también a objetivos comerciales cómo reducir los costes de los procesos logísticos y adherirse a principios de sostenibilidad.
La clave del cambio que se está produciendo es la implementación generalizada de los principios ESG. A partir de 2024, las empresas que emplean a más de 250 personas y tienen una facturación de al menos 40 millones de euros deberán divulgar en sus informes todos los riesgos y oportunidades en medio ambiente, asuntos sociales y gobierno corporativo.
No obstante, algunas empresas ya han comenzado a implementar cambios por iniciativa propia.
La rápida transición a fuentes de energía alternativas, como baterías e hidrógeno, dará lugar a enormes desafíos financieros y de infraestructura, como la necesidad de instalar miles de cargadores en los aparcamientos europeos.
Teniendo en cuenta que durante la próxima década, las emisiones generadas por vehículos comerciales en las 100 ciudades más grandes del mundo crecerán en más del 30%, la logística de última milla supone un desafío especial.
En Europa se está volviendo cada vez más complicado obtener la aprobación para construir un almacén que no cumpla con unos determinados principios de sostenibilidad. En la mayoría de los casos, las soluciones de logística ecológica para grandes almacenes implican la instalación de paneles fotovoltaicos y bombas de calor, un consumo eficiente de agua, una gestión cuidadosa del inventario, y la automatización de los procesos de almacén con lo que conlleva ubicar almacenes cerca de los clientes finales para acortar el transporte.
Algunas de las medidas mencionadas no son posibles sin un proceso avanzado de digitalización de la cadena de suministro que favorece así la eficiencia de la cadena de suministro.
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